Joseph Joffo narra una historia conmovedora basada en sus propias aventuras y experiencias durante la Segunda Guerra Mundial.
Joseph pertenecía a una familia judía de París. Su padre era peluquero, y tenía varios hermanos. Con la ocupación nazi de Francia comienza un período de antisemitismo cada vez más radical: en un inicio, Joffo es obligado a vestir con la Estrella de David cosida en su vestimenta, de modo que se convierte en blanco de discriminación por parte de sus compañeros. Después, Joseph y su hermano deben emprender una desesperada huida por Francia en busca de refugio y salvación para su familia.
Esta autobiografía está muy bien escrita y narra con precisión los hechos que al mismo autor le sucedieron. Es conmovedora e invita a la reflexión: es la historia del Holocausto judío desde los ojos de un niño que busca sobrevivir. Aparecen claros contrastes entre la maldad de los mandos nazis y la benevolencia de personas anónimas que, sin entrar en la historia, ayudaron a la salvación de muchos inocentes.
Zerati me dio un codazo.
-Corre, ven.
Salí y en el acto empezó el torbellino.
-¡Judío!¡Judío!¡Judío!
Bailaban a mi alrededor en un corro. Uno me empujó por la espalda y reboté contra un pecho, me empujaron de nuevo y retrocedí, evité la caída y embestí para romper la cadena. Lo logré y vi a Maurice que se peleaba a veinte metros de mi. Los niños proferían gritos y yo pesqué uno al azar:
-¡Judío!¡Judío!¡Judío!
Disparé el puño y recibí un violento golpe en el muslo, creí que el colegio entero me caía encima, que moriría afixiado bajo la horda que no cesaba de cargar.
Mi delantal se desgarró y recibí un gran tortazo en la oreja. El silbato del vigilante los detuvo.
Le vi venir como entre la niebla.
-Pero ¡qué diablos pasa aquí? ¡Largo todo el mundo!
Sentía que la oreja se me hinchaba por momentos y busqué a Maurice. Él llevaba el pañuelo fuertemente atado a la rodilla. La sangre empezaba a secarse formando manchas pardas. No pudimos hablar, había que volver a clase.
-¡Jo!
Alguien corre detras de mí. Es Zerati.
Llega jadeante. Lleva en la mano una bolsa de tela cerrada con un cordón. Me la ofrece.
- Te la cambio.
Al principio no entendí.
Con un gesto elocuente señala la solapa de mi abrigo.
- Por la estrella.
Maurice no dice nada, está esperando dando taconazos en el suelo.
Me decido de repente.
- De acuerdo.
Está cosida con puntos muy separados, y el hilo es endeble. Paso un dedo, luego otro y doy un fuerte tirón.
- Toma.
Los ojos de Zerati brillan.
Mi estrella. Por una bolsa de canicas.
Fue mi primer negocio.
Hacemos el enlace nosotros si jaaj xk este no es tan facil de hacer xD
como que nosotros?
lo hago yo ¬¬ ya está poniendose méritos... jaja